Hace algo más de un año, La Martina era el proyecto ilusionante de un equipo de jóvenes empresarios empeñados en poner en valor uno de los establecimientos más emblemáticos de Almonte.
Situado justo frente a la Iglesia de la Asunción, centro neurálgico de la tradición almonteña y hogar, durante nueve meses al año, de la advocación que mayor fe despierta en el mundo, la Virgen del Rocío, era el lugar ideal para aplicar un nuevo concepto de gastronomía y ocio inédito en la localidad que perdurase más allá de las fechas señaladas.
El objetivo, por tanto, era ofrecer valor añadido, un extra en cada uno de nuestros servicios, un toque por el que La Martina fuera conocida, una experiencia global que perdurase en la memoria del cliente.
Hoy, La Martina se ha consolidado como un referente a la hora de comer bien en un entorno elegante y relajado. Porque, si bien se respetó un exterior que constituye una seña de identidad en el entorno en el que se ubica, la Plaza Virgen del Rocío, el interior sufrió una transformación destinada a convertir el establecimiento en un espacio agradable.
Todo juega un papel fundamental: desde la decoración, alejada de discordancias y con un toque industrial y minimalista, que no entorpezca el disfrute de los comensales, hasta la luz, que envuelve con calidez para incidir en el espíritu slow del restaurante. También la terraza se ha acondicionado para que ni las inclemencias del tiempo ni el bullicio de la plaza supongan un problema.